Antes de emprender cualquier viaje, tomo un momento para hacer la señal de la cruz y rezo una oración a Dios, pidiendo su protección al comenzar mi viaje. Qué reconfortante es saber que él está allí donde quiera que vaya.

Durante este mes, observamos el Miércoles de Ceniza. Ese día, se firma una cruz de ceniza en nuestras frentes y comenzamos nuestro viaje con Jesús hacia la temporada de Cuaresma.

Durante estos 40 días, estamos invitados a unirnos a él en su viaje a Jerusalén ya la cruz. Qué honor es emprender este camino íntimo de amor, que implicará oración, preocupación por los pobres y sacrificios personales.

En uno de los evangelios de este mes, entramos en el desierto con Jesús, donde es tentado por Satanás. También recordamos que Jesús es conducido al desierto por el Espíritu de Dios, y Dios es fiel a su hijo y nunca lo abandona.

Mientras está en el desierto, Jesús está ayunando y tiene mucha hambre cuando el diablo lo visita y lo invita a comer convirtiendo las piedras en pan. Jesús, consciente de la astucia de Satanás, responde, “Escrito está, ‘No sólo de pan vive uno.'” En nuestro propio ayuno durante la Cuaresma, nos damos cuenta de que las cosas materiales en nuestras vidas son transitorias. Solo Dios tiene la capacidad de saciar nuestras más profundas ansias.

Entonces Jesús es tentado por el diablo para que le rinda homenaje. A cambio, le promete poder y gloria a Jesús. Pero Jesús no está interesado en el poder y la gloria. Sabe que su misión y ministerio es dar gloria a Dios. El poder de Jesús proviene de su disposición a someter su voluntad a la del Padre.

Finalmente, Satanás lleva a Jesús al parapeto del templo y lo desafía a arrojarse hacia abajo, diciendo, “Él mandará a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden,” lo que significa que los ángeles de Dios lo protegerán de cualquier daño. Pero una vez más, Jesús rechaza la tentación, porque no está dispuesto a abusar del poder de Dios en aras del sensacionalismo. El sensacionalismo es fugaz, pero el amor de Dios es duradero y sempiterno.

En las tres tentaciones, Jesús sabe que el camino a la gloria implica ser fiel a Dios y al pueblo de Dios. Si bien esto a veces puede implicar sufrimiento y pérdida, eventualmente conducirá a una corona de gloria.

Durante este tiempo santo de Cuaresma, sigamos todos el ejemplo de Cristo. Que seamos fieles a la invitación de Dios de ayunar, orar y cuidar a los necesitados, confiando en que nuestra recompensa se encontrará en Dios.